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Un año después, en septiembre de 1999, soy invitado de nuevo por el catedrático Dr. James Hogg, de la Universidad austríaca de Salzburgo, a participar en otro Congreso Internacional Cartujano en la antigua Cartuja de Valdemosa (Mallorca), cuyo tema principal fue Reyes y Príncipes, protectores de la Cartuja.. Y participo hablando de los bienhechores de la Cartuja de Jerez, entre los que nunca figuraron ni Reyes ni Príncipes, sino personas de toda clase social, principalmente, jerezana. Hice una recopilación, del manuscrito 18.259 de la Biblioteca Nacional de Madrid (BNM), de entre todas las personas que entre 1463 y 1763 hicieron donaciones a este monasterio, desde la esplendidez de su fundador Don Álvaro Obertos, a la generosidad de los Villavicencio, Vargas y otros, y la plenitud de desprendimiento de aquellos humildes que regalaron su caballo, sus ajuares domésticos y hasta su menaje de cocina, entre otras posesiones, así como tributos sobre casas, fincas agrícolas (olivares, viñas, arboledas, tierra calma ..), colmenas, ganados, gallinas, dineros, plata, solares, tejar, cantarerías, barrero, solares, casas, corrales, mesones tiendas, silos, molinos de pan y aceite, etc. Los objetos de donación más usuales son las casas, los tributos sobre viñas, casas y solares, aparte de las fincas rústicas (dehesas, olivares y viñas).

El protocolo es muy parco en anotar la condición social de las personas que dotan al Monasterio. En la mayoría de los casos sólo utiliza el concepto de vecindad sin precisar otros aspectos. Únicamente nos ofrece la profesión de ciertos donantes, en los casos de: clérigos, licenciados, letrados, bachilleres, escribanos, tejedor acomodado, boticario, monedero, cómitres, comerciantes diversos, mancebo, escudero, pregonero, hortelanos, tintorera, cantero y criados... Los demás son simples vecinos a los que en algunos casos se cita su mote o apodo como: la montera, el ciego, la farda mujer, el negro, el del ojo tuerto...